Una vez concluido el interrogatorio a los soldados de Tabor, Osdretch y Athos deciden que lo mejor que pueden hacer es enviar una partida de reconocimiento, para determinar el número de sus enemigos, la disposición del campamento enemigo, y, de ser posible, infiltrarse.
Para hacer el reconocimiento, envían a Nadhezda y Kaliel, ya que la mujer elfo podría acercarse sin ser detectada, y el hechicero podría usar sus conjuros en caso de necesitar huir.
De todas formas, Genko les indica algunos errores que los dos habían pasado por alto, por lo que no sería posible infiltrarse: es posible que el enemigo hubiera preparado acciones de contingencia en caso de que sus exploradores no regresaran, y, debido al escaso número de soldados (entre 40 y 50, según les dijeron los soldados capturados), es posible que los reconocieran como infiltrados.
Mientras discutían el curso de acción, Hinda, el maestro de Genko llega a Bajomontaña, y le explica a su discípulo que en realidad, tanto Tabor como Halliax y los otros dos generales están buscando un libro que sirve para encontrar artefactos y reliquias poderosas, y que, por lo que logró escuchar, Gruki lo tiene consigo.
Previendo el peligro que puede causar que ese libro caiga en manos equivocadas, Hinda le pide que lleven el libro a la seguridad de la Torre Arcana Boreal, donde los magos y archimagos lo guardarán en sus bóvedas.
Al mismo tiempo, Nadhezda escucha al líder del campamento diciéndoles a sus subordinados que, como no habían vuelto los exploradores, atacarían al día siguiente.
La defensa de Bajomontaña
Infierno en la cueva
Con la nueva información provista por Nadhezda y Kaliel, Athos y Osdretch deciden que lo mejor será preparar trampas en la cueva que se encuentra antes de las puertas del asentamiento.
De esa forma, rocían la cueva con aceite, para encenderlo cuando los invasores se acerquen.
Al día siguiente, cuando los soldados del Ejército Imperial de Myethur ingresan en la cueva, el grupo activa la trampa, y se desata un infierno que daña seriamente a los soldados invasores.
La batalla es larga y cruenta, pero finalmente, con ayuda de algunos ballesteros enanos, los defensores logran soportar el ataque de Myethur.
De todas formas, y como pronto se dan cuenta, Tabor no participó del ataque…
Avalancha
El grupo interroga a uno de los soldados que sobrevivieron al ataque, que les dice que Tabor está escalando la montaña con algunos guardaespaldas, con el objetivo de dinamitarla, para enterrar todo el pueblo que se encuentra debajo.
Frente a la situación desesperada, Athos y Osdretch le dicen a Genko y Nadhezda que ayuden a evacuar el pueblo, en caso de que suceda lo peor.
En el camino, Athos, atraído por unos murmullos hacia la parte más oscura de la cueva, encuentra unos brazales oscuros con forma de garras, de los que siente fluir un gran poder, por lo que se los pone, pero no logra sacárselos, ya que las garras se clavan en sus brazos.
Cuando llegan a la cima de la montaña, los personajes encuentran a Tabor junto con sus esbirros, que están terminando de colocar las cargas de los explosivos, y se desata un combate.
El alquimista, previendo que podía haber oponentes que supieran usar magia, lanza una piedra de trueno, que aturde a Ruha y Kaliel, por lo que sus intentos de usar conjuros se ven seriamente obstaculizados.
Gruki utiliza su magia para cegar a dos de los soldados enemigos, y Athos utiliza su transformación demoníaca para enfrentar al alquimista loco.
Los soldados atacan con fiereza a Athos, pero los brazales oscuros al entrar en contacto con la sangre hacen que la fuerza del hombre aumente, por lo que Athos comienza a volverse cada vez más letal.
Osdretch y Kaliel atacan a los soldados, para ayudar a su compañero, pero son objetivo de los ataques de Tabor, y resultan gravemente heridos.
Luego de un par de golpes a Athos, el guerrero alcanza niveles de fuerza sobrehumanos, pero el daño que recibe también es espeluznante, y para complicar aún más las cosas, el alquimista toma una poción que le hace brotar alas.
Ahora, desde el aire, y lejos de los ataques de sus oponentes, Tabor sigue descargando bocanadas de fuego sobre sus adversarios.
Afortunadamente, entre Osdretch y Gruki idean un plan: el caballero ata una soga a una jabalina, y cuando esta pasa cerca del alquimista, Gruki utiliza un hechizo para atar la cuerda a la pierna de Tabor.
Athos, llegando a un límite en su resistencia, toma la cuerda y estrella el cuerpo de su enemigo contra el suelo, y el alquimista muere a causa del daño recibido.
El grupo se relaja, ya que mataron al general, pero la mecha de los explosivos se enciende mágicamente, y aunque intentan cortarla o apagarla usando agua, no logran hacerlo, por lo que deciden usar un caballo conjurado por Kaliel para llevar los explosivos tan lejos como sea posible de la montaña.
A pesar de los esfuerzos, la explosión hace que haya una avalancha y un posterior derrumbe de la ladera de la montaña, aunque no una implosión, y Bajomontaña está a salvo, pero el grupo es afectado por el derrumbe, y se precipita al fondo del abismo.
En ese momento, mientras Kaliel tiene una visión del grupo cayendo, una sombra tapa el cielo sobre los aventureros, y estos son rescatados por un dragón rojo, que usa una burbuja de aire para salvarlos de la caída mortal.
Con la burbuja bajo su ala, el dragón vuela hasta una torre.
La Torre de Baldwin
Al llegar a la torre, el dragón adopta la forma de un elfo albino, envuelto en una túnica roja, y son recibidos por un anciano de barba larga y blanca.
El anciano se les presenta como Baldwin, el archimago, y los invita a su torre, para que descansen ese día y hablar sobre lo que les depara el futuro más adelante.
Herencias y linajes
Baldwin habla con los distintos aventureros sobre sus linajes y su lugar en el mundo.
Primero lo hace con Kaliel, a quien le explica que Cadnos, el dragón rojo que los salvó de la avalancha en Bajomontaña fue el mismo que lo salvó a él hace más de diez años en el Volcán de Cadnos, y que por eso, Kaliel obtuvo Sangre de Dragón.
Este extraño atributo hace que el hombre obtenga poderes mágicos sin ningún tipo de estudio o entrenamiento, y que muy pocos fueron los que lo tuvieron a lo largo de la historia, pero que mitos y leyendas cuentan de hechiceros alados que escupían ácido y respiraban fuego.
Luego, Baldwin habló con Ruha.
A ella le cuenta que los magos, sin importar qué tan poderosos sean, no hacen más que manipular los elementos, es decir, el mundo material. Sin embargo, en la antigüedad había seres de inmenso poder que manipulaban las energías que se encuentran detrás del mundo material: la energía positiva, o sagrada, y la energía negativa, o profana.
Ellos, sin embargo, desaparecieron, y no volvió a encontrarse ninguna criatura que pudiera manejar la energía desde entonces, pero, aparentemente Ruha tiene ese talento.
El anciano le explicó a la joven que, lamentablemente, no tiene conocimientos sobre cómo puede hacer ella para seguir desarrollando sus poderes, pero que es probable que su destino se vaya cristalizando a medida de que ella siga avanzando.
Luego, Baldwin habló con Athos, a quien le dijo que los cultistas que están detrás de la muerte de su madre (Iris) y de la desaparición de su padre están convocando demonios en el plano material, pero que desconoce su ubicación exacta y su meta final.
Finalmente, el archimago habló con Osdretch, que le preguntó si sabía algo sobre Heryen.
El anciano respondió que sí, que hacía un mes, se había librado una batalla cerca del límite austral del Reino entre soldados de Myethur y una guarnición de hombres de Udross y Ean, pero que en ese momento, Ness el curioso levantó una caparazón anti-vida, encerrando el reino, para evitar que nadie pueda entrar o salir.
Ante la pregunta del caballero de cómo se enteró de esto, Baldwin le respondió que lo había escuchado de la propia boca del príncipe Noah, primo de Osdretch, que se encontraba en estos momentos en la Torre Arcana Boreal.
Luego de esta charla, Baldwin llevó a los aventureros a una pequeña habitación cubierta de runas y les encomendó que averigüen qué es el oro rojo y qué está sucediendo con los demonios en el plano Material.
Al cerrar la puerta, la habitación quedó a oscuras, excepto por las runas que emitían un resplandor creciente, hasta que la luz los encandiló.
Cuando los personajes volvieron a ver, habían sido teleportados a la Torre Boreal, y el príncipe Noah los estaba esperando…